Uno de los libros que estaban en mi lista por leer era “The Narcissism Epidemic” de las doctoras Jean M. Twenge y W. Keith Campell. Si usted es de esos que perciben que estamos ante una sociedad de narcisistas empedernidos, de gente que no tiene empacho en restregarnos sus superegos a cada momento, que cree tener derecho a beneficios que no se ha ganado y que piensa que puede hacerlo mejor que cualquier otro en cada área de la vida, pero con el mínimo esfuerzo, entonces habrá comprendido de lo que hablamos y lo que nos presentan la autoras antes citadas.
Un punto que llamó mi atención de este libro es que mediante sus estudios, las autoras nos revelan que el narcisismo es un gran predictor del “éxito imaginario”, pero no así del éxito real, el que puede comprobarse de diversas maneras.
De hecho, algunos de los estudios que se nos revelan en el libro es que los asioamericanos son quienes, en diversas pruebas, alcanzan los mejores resultados académicos, a pesar de que en algunas pruebas son el grupo con menores niveles de autoestima. ¿Una contradicción? Pues sí.
Los estudiantes de escuelas superiores de ascendencia asiática (chinos, japoneses y otros), poseedores de más baja autoestima, salen mejor en las pruebas estandarizadas, mientras que los norteamericanos, afroamericanos y latinos no salen tan bien o no han mejorado muchísimo que digamos en ese tipo de pruebas.
Para los que no crean fielmente en lo que escribo, los invito a examinar los resultados de las pruebas académicas publicadas por la “National Assessment of Educational Progress” (NAEP), o aquí, por las del “College Board”. En casi todas esas pruebas, la realidad que emerge es que, en treinta años, el mejoramiento en aprendizaje ha sido apenas de 1%, pero la “inflación” de las notas ha sido descomunal, posiblemente motivada por la presión que ejerce una generación que sólo exige A,s como corolario de creerse la fantasía de ser “especial”… De hecho, me imagino que muchísimos maestros y profesores universitarios habrán experimentado la presión y la, casi, extorsión que ejercen algunos estudiantes que no conciben sacar un B o C, como si fueran las reinas o reyes del mundo académico…
Este libro es importantísimo para los padres y educadores por diversas razones. En primera instancia, porque nos presenta varias teorías del origen del narcisismo en los Estados Unidos. Nos revela, por ejemplo, que desde las década de los 60,s cuando la gente se unió en acciones comunitarias y en una más profunda conciencia social, luego de eso, todo ha sido un giro hacia el narcisismo en los 70,s, 80, 90,s y 2000,s. Un elemento importantísimo para ese crecimiento descomunal del ego que nos ahoga es la expansión del Internet y la aparición de esos espacios como Facebook y You Tube, donde la gente goza de grabarse y exponer sus vidas, como si fueran artistas o “genios” de la vida cotidiana.
Por otro lado, el libro es de ayuda a muchos padres porque les alerta sobre los peligros en torno a criar niños a quienes se les ha hecho creer que son como parte de una realeza; es decir, que sus hijos poseen una especie de talento o cualidad que los hace casi “intocables”, tal vez producto de una crianza de “padres helicópteros” que protegen a sus hijos de todo y contra todos. Asimismo, el libro nos invita a reflexionar a que esta generación no es huérfana y que proviene, a veces, del “princess parenting”; es decir, que son productos de madres y padres que piensan que sus hijas hay que tratarlas como reinas para que se reafirmen en su personalidad y alcancen lo que otras no pueden alcanzar.
El libro nos explica muchísimo de lo que no vemos o no deseamos ver de esta generación de narcisistas, criaturas y “creaturas” de todos nosotros. Además, les aconseja a los padres a que detengan esta epidemia y consideren lo siguiente: (1) Digan no, y cuando digan no, defiendan su punto.
No hay nada malo en decir que no a sus hijos y en buscar un fino “balance” entre el amor y la dosis necesaria de guía parental; (2) Detengan el poder que creen tener sus hijos. Está bien que sus hijos decidan algunas cosas, pero de ahí a dejar que manden en todo, es ya una tendencia malsana sin beneficio alguno; (3) Consideren seriamente sobre esos mensajes directos o indirectos de que sus hijos deben ganar siempre en todo. Hacerles pensar que hay que ganar a como dé lugar, no importa los métodos que se utilicen, puede acarrearles grandes problemas en el futuro, ya que la vida “real” no es así; (4) Piensen dos veces antes de comprarles algo a sus hijos que implique que ellos son “lo máximo”. Tengan cuidado, ¡padres!, de vestir o tratar a sus hijos como si fueran parte de la realeza a quienes hay que complacer en todo… porque de ahí, a la obsesión hay muy pocos pasos.
Como ven el libro “The Narcissism Epidemic” explica muchas de las realidades que vemos alrededor, en los hogares, en nuestros trabajos y en la sociedad en general.
Las propias autoras casi rezan y aspiran a que esta epidemia cese, sin que lleguemos a colapsar… Por mi parte yo espero lo mismo para que así volvamos a ser grandes, desde unos egos más realistas y menos inflados. ()