Para quienes andamos en búsqueda de explicaciones, la opción es leer o investigar. Ese afán por saber más allá de la mera intuición, me llevó a leer un libro importantísimo titulado “Outliers: The Story of Success” de Malcolm Gladwell, un autor, realmente, “fuera de serie”.
Debido a que en años anteriores, mientras desarrollábamos a CIMATEC en Caguas, me preguntaba qué hacían otras escuelas y países para liderar las ciencias y las matemáticas, el tema de por qué unos tienen éxito en las matemáticas y otros no, quedó como una agenda inconclusa o una curiosidad perenne.
Pues bien, vuelvo de nuevo al asunto y en este revelador libro encuentro la razón de por qué hay tantos estudiantes procedentes de Singapur, China, Japón y otros países asiáticos que lideran los resultados en las pruebas internacionales de matemáticas. La respuesta, en parte, está en la cultura. Veremos por qué.
Gladwell, el autor del libro citado, nos dice que, entre otras cosas, el éxito en la vida tiene que ver muchísimo (1) con la cultura en que se crece, (2) el saber aprovechar la oportunidades que nos arroja la vida y (3) el demostrar la “voluntad” o “disciplina” para dedicar más tiempo a lo que nos dedicamos. Por supuesto, el libro es más complicado que eso, pero en apretada síntesis, esa es su tesis y lo prueba con los detalles que ofrece sobre la historia detrás del éxito de figuras tales como Bill Gates, los Beatles y otros.
Pues bien, una posible explicación al dominio de los estudiantes asiáticos en las matemáticas es que llevan en sus genes la “cultura del arrozal”, lo que implica que, por ejemplo, los chinos y los japoneses, a fuerza de sudor y paciencia, saben obtener un buen cosecho de arroz y que convirtiéndose en “artistas” de la tierra, del manejo del agua y de otras condiciones, han logrado subsistir en esa sociedad milenaria en la que escasean las herramientas modernas.
Los cultivadores del arroz, nos dice, se ven obligados a mejorar su producción a base de “inteligencia”, gestionando mejor su tiempo y tomando acertadas decisiones en un sistema “autónomo” porque sus “fincas” están lejos de los aparatos gubernamentales por encontrarse un tanto aisladas. Quienes cultivan el arroz, por lo general, trabajan más que cualquier otro agricultor, se autodirigen y desarrollan un tipo de “arte de la paciencia y la rigurosidad” que también es necesario en el estudio de las matemáticas o digamos, a la hora de dominar el piano o cualquier otro instrumento musical.
En fin, cuando nos sorprendemos por qué, por ejemplo, los estudiantes chinos y japoneses se destacan en las universidades estadounidenses, también hay que reconocerlos pasando largas horas en las bibliotecas de éstas, mucho después que los “otros” se han marchado, demostrando así una inmensa paciencia y evidenciando lo que realmente son, “culturamente” hablando.
El libro de Malcolm Gladwell lo que nos demuestra es que la cultura asiática es muy propensa a desarrollar la voluntad para desentrañar el sentido de las cosas, en otras palabras, a incentivar la curiosidad y no aceptar rápidamente lo superficial o la solución fácil, una condición vital cuando se trata de desentrañar complejos problemas matemáticos o científicos.
Pero este libro nos demuestra algo más y es que en esas culturas sus estudiantes, cuando se matriculan en las universidades norteamericanas, son los mismos que están más dispuestos a concentrarse y permanecer inmóviles el tiempo suficiente que les permite enfocarse en cuestionarios o exámenes extensos y, por lo tanto, tienen los mejores resultados en diversas pruebas.
Ante la pregunta de qué países se sitúan en los primeros lugares de las pruebas internacionales de matemáticas, nos dice el autor, la respuesta es sabida. Los lugares cimeros son para Singapur, Corea del Sur, China (Taiwán), Hong Kong y Japón. La característica común de estos cinco países es que todos pertenecen a las culturas formadas por la tradición agrícola del húmedo arrozal y el trabajo significativo.
“Son el tipo de lugares donde, durante cientos de años, los campesinos desheredados que gemían sudando sobre un arrozal tres mil horas al año se decían unos a otros cosas como: Trescientos sesenta días al año levántate antes del amanecer y la prosperidad de tu familia llegarás a ver”.
En resumen, si es que en Puerto Rico nos interesa producir una nueva generación de estudiantes que pueda competir de tú a tú por nuevas ideas, inventos y trabajos a escala mundial, nos convendría aprender qué hace distintos a estos estudiantes que lideran las pruebas de aprendizaje internacionales.
A ellos les distingue la paciencia heredada de una “cultura del arrozal” donde se trabaja trescientos sesenta días al año, son autónomos, pacientes, poseen el “seating power” porque persisten, aprovechan las oportunidades que les arroja la vida y saben sacarle el máximo a su tiempo.
Si es que nos interesa, seriamente, estar entre los primeros del Mundo, entonces, en el libro de Gladwell podríamos descubrir que para alcanzar el mismo éxito de quienes se clasifican como “fuera de serie”, es necesario poner atención a la cultura, la familia, la generación y los rasgos singulares que distinguen a los más brillantes.
El camino al triunfo, particularmente, de la generación actual de estudiantes está en mirar de forma más integral los ingredientes del éxito para así elevar su potencial. Hacer otra cosa, es improvisar u obviar los datos escondidos del genuino aprendizaje…